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LA LEYENDA DEL “HUARACUY”.

Huaracuy  es una palabra de la lengua quechua cuya traducción al español sería Amanecer, Amaneciendo, De Amanecida o Al Amanecer, o Cuando Está Amaneciendo, que vienen a ser las horas cruciales donde suceden los acontecimientos decisivos de la trama de esta leyenda.

Los personajes centrales de este relato son dos hermanos gigantes: YUNCA YACAN Y TUMAY RICA, naturales de Pozuzo (Oxapampa – Pasco), quienes tienen que enfrentarse a dos gigantescas culebras a las que llegan a matarlas para que no sigan exterminando a los habitantes de los alrededores del pueblo de Pillao o Pillcau como antiguamente era conocida.

Una versión de esta leyenda lo cuentan los habitantes de OCUCALLA, uno de los pueblos que se encuentran cercanos a Pillao, en las alturas del distrito de San Rafael, comprensión de la provincia de Ambo, región Huánuco.  En los lugares que se mencionan en esta leyenda se encuentran  evidencias pétreas de los personajes que fueron transformándose en piedra cuando voltearon la mirada hacia atrás.  Incluso se pueden ver huellas impregnadas en algunas piedras de uno de aquellos cerros por donde pasaron los hermanos gigantes y cuentan que como el paso del terreno era angosto los gigantes que estaban apurados los abrieron para darse paso, no tenían tiempo para ir rodeando por otros lugares, y dejaron impregnadas en las piedras laterales de este cerro la huella de sus gigantescos pies, incluso hay huellas de sus testículos, pues iban furiosos y apurados buscando encontrar a esos enormes reptiles que estaban diezmando a pueblos enteros a su paso.

Esta leyenda cuenta que una pastora del poblado de Pillcau había salido al campo a pastar sus ovejas como lo hacía todos los días.  Cuando la pastora se hallaba en este quehacer vio que de un momento a otro el cielo se cubrió de nubes negras y pronto empezó a llover.  Ella, no teniendo donde protegerse para no mojarse, se fue a parapetar dentro de un pequeño bosque pero de árboles grandes de tupido ramaje.  Allí la pastora miró una planta silvestre llamada “Puru Puru” y se detuvo a contemplarla, pero de pronto se dio cuenta de que alguien se encontraba a su lado.  Era un apuesto joven de raza blanca, simpático, buen mozo. Ella también era una hermosa campesina.  Ambos se miraron por un momento y quedaron prendados el uno del otro y no pudiendo resistirse al encanto del amor, ambos se entregaron al torbellino de sensaciones aquel mismo día.  Así, la ingenua y bella pastora campesina quedó prendada del mencionado joven galán que la había conquistado por su porte, apostura y encantos.

El joven enamorado dijo llamarse MARAY, y que había llegado al valle de “Ramrash Ragra” procedente de la cumbre “Pachacuyun”.

En nuestras serranías se usan unas piedras planas en una de sus caras llamadas batán, que con otra de contorno curvo y mediante movimientos oscilatorios de ésta muelen granos, hierbas, tubérculos, etc.  “Batán” se traduce como “Maray” en lengua quechua.  Resulta que nuestro enamorado galán de la leyenda era un ser sobrenatural, que tomaba la forma humana a voluntad, pero que en realidad era una piedra, un batán o maray y tal como había manifestado a la pastora había llegado rodando de la cumbre del cerro «Pachacuyun» hasta ese valle de «Ramrash Ragra».

Desde entonces, la chica iba todos los días por esos parajes con su ganado para verse con su enamorado.  Pasaban los días y los padres de la chica notaron que la veían algo trastornada, parecía que estaba algo desquiciada, por lo que optaron por llevarla ante un  sacerdote para que pueda exorcizarla.  El cura con rezos e imprecaciones insistentes llegó a curarla.  Entonces, los padres y la hija regresaron a su casa pensando haber superado esa situación.  Pronto la joven pastora descubre que está embarazada.

El joven Maray, enterado del embarazo, le advierte a la pastora que cuando vaya a dar a luz a su hijo no vaya a intentar quemarlo o atentar contra su vida, amenazándola de que si algo malo le ocurriese a su hijo, entonces ella sería la primera en morir.

La pastora, asustada y obediente, cuidó su embarazo, ocultando la prominencia de su barriga que poco a poco iba creciendo, por lo que no pudo ocultarlo más a sus padres.  Pero cuando ella llegó a dar a luz se dio con la sorpresa de que su prole eran dos huevos.

Ella, para evitar que sus padres lo descubrieran esto, los mantuvo ocultos en su seno por algún tiempo.  Pronto sus padres inquirieron por el fruto de aquel embarazo, pero ella inventaba cualquier pretexto para no mostrárselos.  Entonces, al no poder mantener por más tiempo ese secreto, optó por llevar aquellos huevos a la quebrada de “Ramrash Ragra”, lugar temido por los pobladores de esos lugares, al que nadie se acercaba porque lo consideraban vivienda de los demonios.  Allí, cerca a una catarata, fueron depositados los dos huevos, y hasta la actualidad se pueden observar las huellas de los huevos donde estuvieron posados; y muy significativamente también en todos estos alrededores crece el “Puru Puru”, planta silvestre y al parecer alucinógena o mágica.

Un buen día la pastora fue a visitar a sus huevos y descubrió con gran sorpresa que habían nacido dos culebritas.  Cuentan que después la pastora y Maray se turnaron para cuidar a estas criaturas.  Cada día estos pequeños reptiles crecían rápidamente requiriendo leche de los senos de su madre, y cuando ella vio que su leche era insuficiente tuvo que llevar leche de vaca en porongo (vasija de arcilla) para con ella alimentar a sus hambrientas criaturas.  Pero todo eso fue resultando poco para esos reptiles que eran insaciables y continuaban creciendo.  Fue cuando las culebras hambrientas le dijeron a su madre que se acercaba la fiesta patronal de San Pedro y San Pablo del pueblo de Pillcau, y le anunciaron que ellos irían allí porque tenían mucha hambre y se comerían a los pobladores que vayan a la fiesta patronal de ese día, donde también estarían los comuneros del pueblo de Comillca.

Llegó el día de la fiesta patronal del pueblo de Pillcau, y es costumbre que esas fiestas patronales congregan a la mayoría de sus pobladores, quienes llegan a ella ataviados de sus mejores galas y dispuestos a divertirse con tal celebración popular, que se inicia con una misa en la iglesia.

Cuando llegó ese día, la madre de las culebras se encontraba en la iglesia para participar de la misa patronal y recordó que sus hijos le habían advertido que, en cuanto oiga ruido por el reptar de sus tremendos cuerpos, ella debería salir de la iglesia y dirigirse a la cumbre del cerro “Gallac” pero sin volver la vista hacia atrás, para que luego pudieran encontrarse en la selva de Pozuzo.  Ella hizo todo tal como le habían indicado sus hijos, pero la curiosidad la ganó y cuando iba subiendo la cuesta de aquel cerro «Gallac» volteó para ver que es lo que estaba sucediendo con la gente del pueblo, y en ese mismo instante quedó convertida en piedra, como ahora se la puede apreciar allí; pues la roca tendrá casi tres metros de altura y está cerca al pueblo de Querojamanan.

Parece que las culebras continuaban creciendo más, porque su reptar de aquel día fue dejando grandes zanjas al paso que iba moviendo toda la tierra produciendo ruido como un sismo por el roce de sus voluminosos cuerpos con el terreno. La leyenda cuenta de que estas gigantescas culebras no llegaron al pueblo de Pillcau, sólo se movían en esa quebrada de “Ramrash Ragra” desde donde iban succionando a los pobladores de Pillcau y también a los de Comillca, quienes fueron atraídos como por un potente imán.  Así esas gigantescas culebras fueron devorando a cuantos pobladores pudieron succionar.

El joven padre Maray fue siguiendo a sus hijos las culebras, dirigiéndose luego a la cumbre del pueblo de Ocucalla donde también quedó convertido en una piedra batán, es decir volvió a su forma natural donde hasta ahora se encuentra; pudiéndose verlo y observarlo actualmente.

Cuentan que por aquellos tiempos vivían hombres gigantes por muchos lugares, también en la cumbre de “Quirish” como por la quebrada de Comillca.

En esas circunstancias de gran peligro para la vida de los pobladores de estos alrededores intervienen dos hermanos gigantes de la selva de Pozuzo, aunque algunos dicen que eran de Panao.  Se llamaban Yunca Yacan y Tumay Rica.  En lengua del lugar se dice que Yunca se traduce como Pueblo Yacan es igual a Grande, por lo que significaría Pueblo Grande.  El nombre Tumay se traduce como Saliendo, mientras que Rica como el que Ve o el que Mira o el que vigila, por lo que se llamaría El que ve o El que Vigila.

Estos gigantes, enterados de que las culebras irían por la zona de su residencia, decidieron salir para enfrentarlos y eliminarlos.  Con esta idea caminaron por diversos lugares, pasando por Chinchao, Pocras, Chupachos, llegando hasta la cabecera del Yaro en el lugar llamado Angasmarca; luego pasaron por Runtun Ripac, lugar estrecho para los gigantes donde  para poder pasar ellos tuvieron que presionar al cerro con sus pies, quedando hasta ahora la huella moldeada de un pie izquierdo gigante, también la huella de uno de sus testículos y de la mano que apoyó en la roca.  Llegaron luego a Pachacuyun, donde se enteran que el pueblo de Pillcau estaba en las alturas de los Chupachos, de los Yachas.  Entonces se dirigen por la quebrada de Rondos, llegan a Auquillo Pata, pasan por Ricra Parac, luego por Ocucalla donde en el lugar denominado Hualhuapampa se encuentran con las serpientes que venían contentos y alegres luego de haber devorado a los pobladores de las comunidades de Pillcau y Comillca.

Los gigantes hermanos, temiendo ser comidos por las enormes culebras en un enfrentamiento abierto, optaron por hacerles una apuesta a los reptiles.  Apostaron que: “Si mañana ustedes nos  ganan en llegar a la cumbre del cerro “Kirish” antes de que salga el sol, entonces ustedes nos comen.  Pero si nosotros llegamos primero, entonces nosotros tendremos que matarlos a ustedes”.  Las serpientes aceptaron la apuesta.  Firmaron un documento sobre una piedra que hasta la actualidad existe en un pozo llamado “Chuchuhuana”, y en ese lugar las serpientes decidieron pernoctar aquella noche.

Los gigantes aprovecharon el tiempo para ir hasta su pueblo Pozuzo, para aprovisionarse de machetes y hondas; regresaron al lugar donde se iba a llevar a cabo la mencionada apuesta, se entrenaron esa noche lanzándose «collotas» (piedras de forma redondeada) gigantes con sus hondas desde ambas orillas de la laguna “Chuncana”, y donde hasta hoy se pueden observar esas «collotas» lanzadas y otras que quedaron arrumadas en uno de los bordes de esta laguna, amontonados formando una muralla.

Desde allí muy temprano los gigantes subieron al cerro “Kirish” divisando a las serpientes que subían por el otro lado del cerro haciendo gran ruido.  La leyenda cuenta de que las culebras se habían retrasado un poco por ir temprano a comerse a los pobladores de Mutuy porque habían amanecido con hambre.  Entonces, estando las serpientes subiendo el cerro «Kirish» mirando hacia el este, asomaron la cumbre y quedaron cegados por unos instantes con los brillantes primeros rayos del sol, momentos decisivos que los hermanos gigantes habían previsto esta situación y descargaron certeros machetazos sobre el cuello de las culebras, cuyas cabezas cercenadas rodaron cuesta abajo hasta llegar a la quebrada conocida como “Talenga”, hasta una laguna que es conocida como “Yahuar Cocha” por el color rojizo de sus aguas, se dice teñidas por la sangre de estas serpientes.  Los cuerpos sin cabeza de las serpientes y las cabezas quedaron convertidas en piedra; y están allí hasta ahora y podemos observarlos, siendo conocidos como “Guichga” por su contenido de cuarzo.

Así perdieron la apuesta y la vida las enormes culebras de esta leyenda ante los certeros hachazos de los gigantes Tumay Rica y Yunca Yacan, quienes se retiraron del lugar sin mirar hacia atrás, porque de lo contrario habrían sido convertidos en piedra.  Cuentan que en su recorrido de regreso a Pozuzo los gigantes llegaron a lavarse la boca en una laguna cuyas aguas han quedado de color verde, porque ellos «chacchaban» hojas de coca.  De regreso a su pueblo, Tumay Rica caminaba adelante, por su tras iba Yunca Yacan quien en un momento de curiosidad volteó para asegurarse de que nadie los estuviese siguiendo, pero allí mismo quedó convertido en piedra en el lugar denominado “Carhuag”.

Los pobladores de esas cercanías, enterados de que los gigantes habían matado a las culebras, salieron alegres y bailando a recibirlos, pero fueron quedando convertidos en piedra en el lugar que se conoce como Negro Pampa, donde actualmente se pueden apreciar esas piedras o “huancas” con formas humanas.  Parece que uno de aquellos pobladores estuvo meando en el momento en que quedó convertido en piedra, pues se ve emanar un chorro de agua de una piedra, como si alguien estuviese meando.

Escenario semejante a Negro Pampa de la leyenda Huaracuy.

Tumay Rica continuaba su camino sin detenerse, luego de perder a su hermano Yunca Yacan, sin voltear, pero se cansó y se sentó a masticar sus hojas de coca y se le cayeron al suelo algunas hojas que luego llegaron a formar un pequeño bosque por las alturas de «Yurag Rumi».  Luego del descanso Tumay Rica se levantó, se acordó de su hermano y curiosamente volteó la mirada hacia atrás y también quedó convertido en piedra muy cerca a su pueblo de origen, Pozuzo.

En la actualidad, las piedras que sustentan esta leyenda son objeto de culto por parte de los campesinos de aquellos lugares, quienes los consideran dioses o «taita jircas» de aquellos campos, y cada año en época de carnavales estos pobladores los agasajan con hojas de coca, aguardiente, bizcochos, vino, confites, frutas, que les son servidos en un culto que se llama “la mesa”.

Así termina esta leyenda del HUARACUY, es decir del Amaneciendo o De Amanecida, donde los héroes gigantes Tumay Rica y Yunca Yacan cortaron las cabezas de las gigantescas serpientes cuando llegaba un nuevo día.  Pero lamentablemente estos gigantescos héroes, en el trayecto de regreso a su pueblo Pozuzo, también fueron quedando convertidos en piedra por voltear la mirada hacia atrás, tal como ocurrió con los otros personajes de esta leyenda que también quedaron petrificados.

FIN.

FUENTE:

Profesor AUGUSTO CÓNDOR JANAMPA

PROMAR

Comentarios en: "LEYENDA DEL HUARACUY (AMANECIENDO)." (1)

  1. En aquel lugar, de esa catarata, hasta hoy se hacen ritos demoniacos de brujos, y pactos con demonios. Ese bosque tiene un aire de misterio. Cuando llegas allí sientes que alguien te vigila y el ser que vio la chica es un demonio.

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